Desde el año 2010, todos los 10 de octubre, se celebra el día de las personas sin hogar con el objetivo de contribuir a generar conciencia sobre esta realidad y de promover políticas públicas enfocadas en garantizar que nadie viva en la calle.

La vivienda en un derecho humano fundamental. Está consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en muchos tratados internacionales de derechos humanos, como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

El derecho a la vivienda incluye, además de un techo, la seguridad de la tenencia, la protección contra los desalojos forzados y la disponibilidad de servicios como el acceso al agua potable, la energía y el transporte.

Sin embargo, la realidad sigue siendo otra.

Como señala el relator especial de ONU sobre el Derecho a una vivienda digna, Balakrishnan Rajagopal, “miles de personas siguen viviendo en viviendas inadecuadas, la falta de hogar está muy extendida y cada año miles de personas son objeto de desalojo forzoso”.

En España, las condiciones que sufren las personas sin hogar constituyen probablemente el peor rostro de la exclusión social y, además, el más visible. Por el contrario, el sinhogarismo es uno de los fenómenos peor conocidos y que ha adolecido de falta de políticas integrales en su intervención. Así lo recoge la Estrategia Nacional Integral para Personas Sin Hogar, que busca erradicar el sinhogarismo en nuestro país.

Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), publicado en 2020, la capacidad de la red de alojamientos es de 20.613 plazas. No obstante, se calcula que en España hay 33.000 personas sin hogar, lo que implica que todavía hay 12.000 personas viviendo en la calle.

Por otro lado, la capacidad de los recursos sociales sólo ha aumentado un 1,2% desde 2018, mientras que la previsión es que los datos de sinhogarismo vayan en aumento, impulsados, entre otros, por los actuales niveles de pobreza (según datos de Eurostat, la pobreza en España entre 2008 y 2018 creció un 2,3%).

A pesar de estas cifras, es importante destacar un dato relevante recogido en el informe del INE. Según la Encuesta de Centros y servicios de Atención a personas sin hogar, el número medio de viviendas destinadas al programa Housing First fue de 439, un 30,1% más que en 2018.

Es decir, el modelo de atención social a personas sin hogar que apuesta por poner la vivienda en el centro, está avanzando.

Housing First (“Vivienda primero”)

Se trata de una innovadora metodología de trabajo en el campo de los servicios sociales destinados a personas sin hogar.

La característica básica del modelo Housing First (HF) es que la atención a las personas sin hogar tiene como punto de partida la vivienda, es decir, la vivienda es el primer elemento proporcionado a la persona sin hogar. A partir de ahí, y una vez la persona está alojada y formando, así, parte de una comunidad, puede comenzar el trabajo de otros aspectos relacionados, siempre adaptado a su situación particular: promoción de la salud, atención de la drogodependencia, formación y búsqueda de empleo o fomento de redes sociales y familiares, entre otros.

La evidencia científica que existe sobre los programas de HF aplicados en Estados Unidos, Canadá y Europa revelan que HF tiene unos índices de éxito muy elevados.

Tal y como se recoge en la Guía “Housing First Europa”, traducida en España por la Fundación RAIS, estos modelos logran sacar de la calle, y mantener en el tiempo esa situación, a una media de 8 de cada 10 personas.

Conoce el Proyecto de Housing First implementado por Nueva vida en Cantabria.

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