Mauricio y Willinton: dos historias paralelas de migración, adaptación y agradecimiento

Mauricio Barbosa (41 años) y Willinton Guacheta (37) no podían imaginar cuando se encontraban de jóvenes por Cali, Colombia, que su amistad se estrecharía al máximo muchos años después, al convertirse en compatriotas en un país extranjero. Dos historias de migración paralelas que se entrelazan. Historias de inseguridad, de cortar con el pasado, de búsqueda de paz para sus familias y de esfuerzo por integrarse en una nueva sociedad, que consideran “menos cálida al principio, pero muy cariñosa, servicial y amable”. Ambos iniciaron su nueva vida en Madrid, pero no fue hasta conocer Cantabria que sintieron “amor a primera vista”.
¿Qué os empujó a marcharos de vuestro país?
Mauricio: Yo trabajaba en grupos de choque de la Policía Nacional en contra de la guerrilla, entonces empecé a tener problemas con subversión, hasta que tuve un atentado cerca de mi casa. Traté de defendernos del personaje que vi que nos atacó, pero aún así salió herida con una bala en la pierna una compañera y amiga. La persona que yo le disparé entró en la cárcel, entonces todo estuvo calmado al principio. Ya cuando salió en 2011 empezaron realmente los problemas, comenzó a seguirme. Yo ya tenía a mi hija mayor, entonces… garantizar la seguridad de mi familia estaba sobre cualquier otra cosa. Para alejarme de todos los problemas tenía un amigo aquí que me animó: “Si quieres vente para España y acá miras si puedes hacer una vida”, y eso hice. En el 2018 viajé.
Willinton: Yo trabajaba en una de las mejores empresas en Colombia y tenía pues una vida normal. Pasa que tengo ascendencia indígena, entonces yo heredé una tierra de mi padre y con los tratados del Proceso de Paz que se firmaron en 2018, comencé a invertir en la finca para poder sembrar café. En 2019 el gobierno incumplió esos acuerdos, se volvieron a reactivar los grupos de la guerrilla y comenzaron a extorsionarme. Las primeras veces yo les pagué, pero ya no pude más porque eran cantidades muy altas, así que les dije que no iba a pagar más y sencillamente no volví. El problema no quedó ahí, sino que fueron hasta Cali y me hicieron un atentado cerca de mi casa, me hicieron disparos. Me dijeron en la fiscalía que ellos no me podían brindar seguridad y de seguido viajé para acá. Tuve que viajar solo, mi esposa se fue unos meses donde un tío en otra ciudad y yo vine con lo que tenía puesto.
¿Vuestras primeras impresiones del país?
Mauricio: A mí me pareció muy impresionante el tema de la tranquilidad que se vive aquí. La seguridad. Recién llegué a Madrid empecé a trabajar en discotecas, donde yo salía en la madrugada, y me fascinaba ver a una persona con el móvil en la mano a las 2, 3, 4 de la mañana, sin siquiera voltearse a ver quién lo estaba mirando. También el tema de la salud es algo que no esperaba, lo de que acá el sistema de salud es gratuito.
Willinton: Yo al principio llegué muy desorientado, muy perdido. La infraestructura aquí es muy grande y a mí me gusta más el campo. Pero con el tiempo fui notando eso, que era muy seguro, que las personas tenían mejor calidad de vida y más tranquilidad. Madrid, sinceramente, no me gustó y estar bajo tierra en el metro, menos. Por eso cuando vine a conocer Cantabria sí fue amor a primera vista.
¿Cómo fue que acabasteis en Cantabria?
Willinton: A los 15 días de haber llegado a España, además de contactar con Mauricio, contacté con unas amigas de mi infancia que viven aquí en Santander y me invitaron a visitarlas, que les hacía ilusión saludar a un compatriota. Vine, me mostraron la ciudad y me animaron a que probara aquí. Yo sin pensarlo les dije que bueno, porque Madrid no me gustaba. Entonces una ONG me ayudó a trasladar mi solicitud de proceso de asilo aquí y me puso en contacto con la asociación que luego me ha dado todo el apoyo en Santander.
En aquel entonces tenía que esperar un par de meses aún para que cumplieran los seis y me dieran el permiso de trabajo. Entonces tenía que estar ganándome el sustento en negro, porque sin papeles no podía hacer nada. Pero luego, gracias a la gente de aquí, encontré trabajo fácil en donde estoy ahora. Fue ahorrar el dinero para enviarles para los billetes de avión a mi mujer y mis hijas y ya se vinieron.
Mauricio: Yo al principio también trabajaba en negro en Madrid. Y me pasó que teniendo ya el permiso de trabajar algunas empresas me dijeron que no a pesar de que les encajaba mi perfil. Prefieren contratar a alguien que tenga DNI o NIE a alguien que tenga una “tarjeta roja”. Eso me desmotivó mucho. Al final conseguí trabajo como conductor Uber. Traje a mi familia y así estuvimos, hasta que llegó la pandemia, se acabó el trabajo, nos echaron a todos… Allí estuve un tiempo parado sin hacer nada. Por eso al momento que yo vi que Willi se venía a Santander, y que allí todos me cerraban la puerta, decidí venir a ver si aquí había más oportunidades.
¿Ha sido fácil conocer gente nueva?
Willinton: Yo siempre he hecho amistad más fuerte con los que ya conocía que me recibieron, mis amigas y sus esposos, y ya con los que he ido conociendo en el trabajo. Está bien saber que tengo a Mauricio y haber hecho un grupito con el que poder seguir compartiendo las tradiciones que echamos de menos de nuestra tierra. Porque allí la gente es más cálida y al principio es difícil desacostumbrarse a eso.
Sin embargo, una vez conoces a las personas de aquí te das cuenta que también son muy cariñosas, muy serviciales, muy amables… Te equivocan con la primera impresión, pero con el tiempo son buenas personas, buenos amigos. Yo estoy muy contento y agradecido con Cantabria, con la gente. Para mí todo ha sido muy enriquecedor a pesar de las circunstancias.
¿Se han integrado bien vuestras familias?
Willinton: Mis hijas (4 y 12 años) se adaptaron mucho más fácil, pero a mi esposa le costó tomar la decisión porque ella es contable y tenía un buen empleo en Colombia. Con el tiempo ha descubierto que la gente aquí vive más tranquilo, más calmado y sin esa incertidumbre de la inseguridad. Eso ha sido muy positivo para ella.
Mauricio: En mi caso al ser mis niños pequeños (6 y 10 años) se han adaptado de una forma fácil. De vez en cuando me dicen que extrañan amigos, a la abuela… Mi esposa, que era muy de la casa y la familia, todas las fechas navideñas, por ejemplo, le han dado durísimo. Pero gracias a Dios se ha ido amoldando a que tenemos seres queridos que queremos mucho verlos, pero estamos aquí unidos y la unidad familiar es lo primero.
¿Qué es lo que más ha llamado la atención de vuestros hijos?
Mauricio: A mis hijos les gustan mucho los parques. Donde vivíamos, en Cali, el tema del consumo de sustancias es motor en todos los parques, entonces yo por evitarme problemas de ver muchachos fumando marihuana ahí al lado de los columpios… más bien no los llevaba. Aquí hay buen ambiente en los parques. A mi hijo le encantan.
¿Lo que más os gusta a vosotros de la vida aquí?
Willinton: A mí lo que más me gusta es la facilidad de poder moverse. La facilidad de ir si quieres a la playa, a darte un paseo, a un museo. Y poder disfrutarlo sin pensar en que o es muy costoso o no tienes el tiempo.
Mauricio: Exactamente. La calidad de vida aquí me parece mucho más asequible. Tú puedes tener un salario de 1.200 o 1.300 euros y sabes que puede dar para alquiler, para comida, para llevar a mis hijos a pasear a tal parte… También la diversidad de la gastronomía, yo como he trabajado en hostelería he tenido oportunidad de probar muchos platos y hay unos que no me gustan para nada ¡pero otros que me encantan!
Willinton: Bueno, y a mí me gusta mucho la lluvia. Aunque de Cantabria lo que más me gusta es tener cerca las montañas y la arquitectura de los cascos antiguos. Ver las catedrales, los castillos, las plazas… No se ve nada de eso allá y es muy bonito.
Ilustraciones de Paula Vallar Gárate para la campaña “Historias de migración”
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